Estreno esta etiqueta porque el gusanillo en el estómago ya no me dejaba más. Esta noche es el “super clásico” y digo super, porque jamás dos equipos se habían enfrentado con tantos puntos a estas alturas de la Liga española. Sobra decir que son los dos mejores clubes del planeta por el dineral invertido y por el marketing que generan (un encuentro de este calibre hace diez años se retransmitía en ochenta países; hoy... ).
De hoy depende que CR9 se instale en las vitrinas blancas y hemerotecas o de que Messi levante más la mano, si cabe, para acariciar el cielo en este deporte. Para los escépticos del fútbol hoy es otro día más, pero para los aficionados es de esas mañanas donde no te sacas el balón del entrecejo. Decir que es de tontos ver a veinte jugadores correr en calzoncillos (los porteros no cuentan) puede ser razonable, pero lo precioso del fútbol es que no lo es. No se entiende como el Alcorcón endosó cuatro goles en la Copa al Madrid, como el Olympique les sonrojó en el Santiago Bernabéu desechándoles de la Champions por sexto año consecutivo, como Jiménez se las ideó para apear al vigente campeón de Copa y, meses más tarde, acabaría siendo sustituido (una pena, por cierto, que Luis Aragonés, Zapatones, no recalara finalmente en el Sevilla), como el Barça ha sido el único equipo del mundo en cosechar seis títulos en una temporada o ver los triunfos de algunos jugadores madridistas en otros equipos cuando era incierto el rendimiento que hubieran conservado en la actual plantilla.
Pase lo que pase, mañana habrá otro sol. Lo que nadie ha dicho hasta ahora es que desde una perspectiva positivista si el Real Madrid le enchufa una buena al Barcelona, lo mismo se hace con la Liga y podría ganar dos títulos (si al final se hace con la Supercopa). De ser así, obligaría a los culés a luchar por dos trofeos (Champions y la respectiva Supercopa europea) a groso modo, no resulta igual los dos blancos por los dos blaugranas pero empatar a títulos esta temporada, sabe casi a victoria viendo lo que obtuvo el Pep Team en 2009. El chileno de ojos vidriosos lograría así un tercio de semejante proeza. Dicho queda.
De hoy depende que CR9 se instale en las vitrinas blancas y hemerotecas o de que Messi levante más la mano, si cabe, para acariciar el cielo en este deporte. Para los escépticos del fútbol hoy es otro día más, pero para los aficionados es de esas mañanas donde no te sacas el balón del entrecejo. Decir que es de tontos ver a veinte jugadores correr en calzoncillos (los porteros no cuentan) puede ser razonable, pero lo precioso del fútbol es que no lo es. No se entiende como el Alcorcón endosó cuatro goles en la Copa al Madrid, como el Olympique les sonrojó en el Santiago Bernabéu desechándoles de la Champions por sexto año consecutivo, como Jiménez se las ideó para apear al vigente campeón de Copa y, meses más tarde, acabaría siendo sustituido (una pena, por cierto, que Luis Aragonés, Zapatones, no recalara finalmente en el Sevilla), como el Barça ha sido el único equipo del mundo en cosechar seis títulos en una temporada o ver los triunfos de algunos jugadores madridistas en otros equipos cuando era incierto el rendimiento que hubieran conservado en la actual plantilla.
Pase lo que pase, mañana habrá otro sol. Lo que nadie ha dicho hasta ahora es que desde una perspectiva positivista si el Real Madrid le enchufa una buena al Barcelona, lo mismo se hace con la Liga y podría ganar dos títulos (si al final se hace con la Supercopa). De ser así, obligaría a los culés a luchar por dos trofeos (Champions y la respectiva Supercopa europea) a groso modo, no resulta igual los dos blancos por los dos blaugranas pero empatar a títulos esta temporada, sabe casi a victoria viendo lo que obtuvo el Pep Team en 2009. El chileno de ojos vidriosos lograría así un tercio de semejante proeza. Dicho queda.
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