jueves, 22 de abril de 2010

Juego de ánimas


Título original: Juego de lágrimas.
Año: 1991.
Director: Neil Jordan.
Intérpretes: Stephen Rea, Foest Whitaker, Miranda Richardson, Jaye Davidson...
Música: Anne Dudley.
País: Irlanda.
Guión: Neil Jordan.

Neil Jordan dirigió, de manera más que loable, el largometraje Juego de lágrimas en 1991 por el que ganó un Óscar® en el apartado al mejor guión original en la edición de ese año. No es para menos. Sólo hay que comprobar cómo este autor abre el metraje colocando una cámara en una grúa bajo un puente, que muestra una feria inglesa en una orilla marítima (de derecha a izquierda) mientras suena de fondo la canción de Percy Sledge When a men loves a woman y cierra el metraje con otra grúa que se va alejando progresivamente (de izquierda a derecha) de los dos protagonistas dentro de la prisión. Con estos dos movimientos de cámara ya está creando algo tan sensible como la poesía audiovisual.
Dicen que su labor es la de centrarse en un personaje principal, pero, en esta ocasión, los tres actores están tan soberbios en sus caracterizaciones (habría que incluir a Miranda Richardson cuando reaparece de morena) que no sabría decir cuál es mejor del elenco.
La historia cuenta el secuestro de un soldado americano llamado Jody (Forest Whitaker) por seguidores del IRA (sabemos que son miembros del grupo terrorista por la zona geográfica de Newry en Irlanda del Norte y más tarde Londres cuando Fergus, Stephen Rea, pide a un amigo que le ayude a cruzar al otro lado). Secundariamente, hay un tema que se refleja explícitamente y ese es el del sexo. Bien en la escena en que Jody y Fergus se hacen amigos y le tiene que ayudar a orinar (sacándosela de los pantalones por no quitarle las esposas) o en la verdadera personalidad de Dil (un Jaye Davidson inconmensurable) y la compleja raigambre moral que ello conlleva, al principio, a Fergus (que en Londres adquiere el nombre de Jimmy), al que Jody, antes de morir, le encarga la protección y salvaguarda de su chica Dil.
Una trama sabiamente trazada por Neil Jordan, también irlandés, que se ve enfatizada por un tempo bien ajustado. Este hecho logra que las escenas y secuencias aparezcan bien hilvanadas materializando un óptimo metraje y, a posteriori, inmortalizadas con un elaborado montaje. De ese modo nada se narra atropelladamente ni se cae en la desidia argumental. Gran diapasón el utilizado por el autor donde reside el verdadero secreto de que Juego de lágrimas resulte tan buena.
Años más tarde se enfrascó en el rodaje de Entrevista con el vampiro y de consolidar a un Antonio Banderas del que lo mejor que se puede sacar en su filmografía americana es el movimiento de aquella mano atravesando la llama de una vela. Luego algún productor de allí le engañó para embarcarse en la dirección de la fallida y olvidable La extraña que hay en ti con Jodie Foster. Por el contrario, Jaye Davidson rodó Stargate en el papel del andrógino alienígena, hizo una comedia militar americana cuanto menos patética y poco más. Debe haber más ejemplos de actores que lo bordaron en el primer intento y que al poco tiempo se los tragó la tierra, pero ahora no los recuerdo. Una pena.

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