lunes, 5 de abril de 2010

Donde estar en paz


Título original: Where the wild things are (Donde viven los monstruos).
Año: 2009.
Director: Spike Jonze.
Intérpretes: Catherine Keener, Mark Ruffalo, James Gandolfini, Forest Whitaker, entre otros.
País: Estados Unidos.
Música: Carter Burwell, Karen O.
Guión: Spike Jonze, Dave Eggers.

“A veces, la felicidad no es el camino para ser feliz”. Con frases de este tipo Donde viven los monstruos deja entrever el genial trasfondo filosófico y psicológico que sustenta toda la trama. Aunque, para ser sincero, el argumento lo forman dos ideas formidables: cómo hacer para evitar la tristeza e indagar en la falta que hace un rey en una sociedad (sobre todo en una sociedad anárquica).
Bajo un envoltorio infantil, ya que está basado en un cuento escrito por Maurice Sendak en 1963 y fue galardonado con la medalla Caldercott y otros galardones que lo hicieron imprescindible en cualquier estanteria; colocado ahí por algún padre, que quiera convertir a su hijo en alguien próspero, se encuentra una historia muy madura. Para resumir este largometraje viene perfecta una frase del afamado psicólogo Jorge Bucay: “Los cuentos sirven para dormir a los niños y para despertar a los adultos”. Y así es.
El argumento nos trae a un chico llamado Max que tiene problemas en la adaptación con el mundo adulto. Oculta su agudo problema con una desbordante imaginación.
En esta ocasión la silla de director estaba ocupada por Spike Jonze. Un autor con rasgos independientes, que se encumbró por Cómo ser Jonh Malkovich y Adaptation (El ladrón de orquídeas), perteneciente a la nueva ola creativa de Hollywood junto a Darren Aranofsky o Zack Snyder, por ser breve.
Con sólo haber hecho una mera traslación del cuento a la pantalla ya hubiera sido una labor destacada, pero Jonze se merece un gran aplauso por el tono extraño que ha infundido a los movimientos corporales en los monstruos, y peculiares en la cámara. De todos modos, ha sido hábil y ducho en la confección del libreto.
En la interpretación visual están Mark Ruffalo con quince segundos, como mucho, en escena y Catherine Keener en el papel de la madre del niño protagonista. La mejor baza en la versión original son las grandes voces de Forest Whitaker y James Gandolfini.
La película, por su severa creatividad, navega en algunos lapsos en tierra de nadie. Unas veces recuerda a Eduardo Manostijeras, otras a Pesadilla antes de Navidad y hay una lectura semejante a Donnie Darko en algunos aspectos y secuencias; pero sus verdaderas influencias visuales son Cristal oscuro o Dentro del laberinto.
Que nadie se confunda. Es una película adulta. Este matiz se puede apreciar en la escena donde el monstruo principal desmiembra a otro y el amputado acaba por colocarse una rama seca para corregir la ausencia del brazo. Una perla.
Para concluir, mencionar la caracterización del logotipo de la distribuidora Warner Bros. En este caso aparece con dibujos del protagonista Max Records. Es una herramienta correcta que puede guiar con suavidad al espectador previamente en el largometraje, que verá a continuación. Los ejecutivos ya procedieron de este modo en Matrix, Batman, Watchmen o El extraño caso de Benjamin Button.
Un auténtico placer, disfrutar de estos productos tan atípicos y complejos de asimilar.

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