domingo, 11 de abril de 2010

Victoria justa

De por sí, ya daba grima ver la parsimonia de los jugadores del Barcelona campando por el tunel de vestuarios del estadio madridista como quien va por el pasillo de su casa en bata. Anoche el Barça con su aplastante victoria en terreno adversario consiguió dos hechos: Ganar en el Santiago Bernabéu por segundo año consecutivo por primera vez en la historia y llevarse liga y media. Al final hubo más bombo que música, alentado por una prensa deportiva demasiado sensacionalista por vivir del humo.
Ganó quien más lo mereció, el que tuvo más posesión del esférico y midió de forma extraordinaria los tiempos del encuentro.
En la primera mitad los dos equipos estaban bien posicionados tácticamente y jugaban con las defensas muy adelantadas provocando que todo el juego se desarrollara en la mitad del terreno de juego. La diferencia era clara. El Barça se gustaba con su posesión y el Real Madrid se desgastaba corriendo tras ella. Tan sólo medio inquietó Ronaldo a la zaga blaugrana con sus galopadas y esas ganas que lo transforman en un perro de presa cuando agarra la pelota (graciosísima la reacción de CR9 cuando se revuelve en un encontronazo frente a un rival; como si se hubiera tomado ocho Red Bulls).
Higuaín estuvo que no estuvo, deseando que algún compañero le pusiera el gol de rigor al pie, pero no; la noche de ayer fue más oscura en el argentino que para los demás.
Pasada la media hora (demasiado tiempo aguantando a un adversario que generaba tanto peligro) Xavi Hernández se cansó de cruzar los dedos y se desenfundó el disfraz de gamuza para meter un pase interior a Messi de esos que crean escuela, por allí apareció La Pulga para controlar con la clavícula, acción que en determinados ángulos de la cámara parecía la característica mano de dios de todo buen albiceleste prodigioso. Pero no, el esférico pegó un respingo por la colisión contra el hueso y lo demás ya se sabe... 27 goles en 31 partidos son registros extraordinarios y si decimos que lleva 40 esta temporada; la cifra resulta estratosférica. Parece un jugador exclusivo por la movilidad que muestra, como si sus piernas tuvieran un recubrimiento de tendones y ligamentos más enfático y fuera de lo común.
Los merengues no tiraron a puerta en toda la primera mitad y así no hay quien gane ni empate algo.
En la reanudación del encuentro Piqué pareció un calco de Cristiano Ronaldo y le había cogido ya la medida hasta en el galope, que se dice pronto. El Madrid chutaba ya entre los tres palos, pero, lo que hasta anoche era la mejor pólvora de la Liga, en la segunda mitad quedó retratada como mera pimienta si cabe. Y en esas andaban los blancos cuando Xavi la volvió a liar. Puso un pase que sólo él pudo ver, dejando a Pedrito en un mano a mano con Arbeloa. El canario la orientó tan bien que sólo con eso se liberó del defensa. Luego se fumó un cigarrillo y bebió un cubata antes de batir por bajo a un Casillas demasiado protestón con unos compañeros que dieron el do de pecho ante un imperio futbolístico como es el catalán.
Cuando Pellegrini se acordó del 14 (el próximo espantapajaros que venga espero que tenga más sentido común) ya fue, quizás, demasiado tarde. Aun así dio un balón de los suyos a Van der Vaart, que de haberlo transformado en gol, otro gallo hubiera cantado.
El de anoche fue el último clásico para tres hombres: Guti, Raúl y Manuel Pellegrini.
Por último, destacar la frialdad de la grada madridista que no aplaudió al equipo de Pep Guardiola cuando lo que hace es de ovación unánime. Lo de que ellos se pusieran en el césped a celebrar la victoria como un título quedó feo. A ver quién es el guapo que afirma que el paseito que se dió Ramón Calderón hace tres temporadas en La Rosaleda fue digno de admiración.

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