viernes, 16 de abril de 2010

Yo también pienso en "Nines".

Es la auxiliar administrativa más guapa de Cuzco. Sabe, me conoce, que soy un exagerado en los aspectos negativos, pero las ocho palabras de la primera frase no soportan ni un ápice de irrealidad. Pocos son (me consta que dos personas más, a parte de mi) los que conocen a las dos versiones de esta afable mujer. Hay una con ropajes de chanzas y alegrías, que suele prodigarse en los momentos de entretenimiento. Luego está la de la bata blanca laboral con esa expresión de concentración y ese imperceptible decoro que parecen cuchichear “aquí, tonterías las justas, que vamos a jornal”. Cuesta relacionar que son dos lados de una misma moneda; sobre todo los que la conocimos desde el lado del divertimento. Afirmaría, con la mano en el pecho (a lo Greco), que los compañeros de trabajo, que se han tomado una copa con ella, han quedado más satisfechos que a la inversa.
Ángeles es de esas personas que han sido programadas con una sola dirección en su chaveta: siempre hacia adelante. Para ella no hay izquierdas, ni derechas, ni giros, ni cabriolas, ni pataletas, ni un “pues lo vas a hacer tú”. El problema, venga por donde venga, tiene las horas contadas.
Concebida de otra pasta, tiene la cintura de querer licenciarse en Derecho cuando otras, a su edad, ya están pensando en que no pueden dejar este mundo sin navegar por el Nilo, comprar porcelana china para la visita que se produce de higos a brevas o adquirir el típico Jeep clasicista de toda señorita de a bien regalados por sus maridos, para darles la seguridad en la carretera, que tal vez ellos no puedan conceder en vida.
La verdad es que, mientras escribo, me asalta una gran duda; no sé si es más grande su corazón o su personalidad. A buen seguro, que no existe planta sin semilla. Ha tenido el suficiente arrojo para encallecerse de los malos momentos. Sabe que en la acera de la vida hay baldosas que aunque no nos agraden tenemos que saber cómo apoyar el pie. Con un botiquín plagado de abrazos y sonrisas, siempre llama a tu puerta cuando más se necesita. Y luego... la voz; ese tono que suena a radio íntima de madrugada y que, de vez en cuando, se torna en púrpura para decir con total sinceridad lo que otros callan. Poco más. Sólo decir que desde que te conocí ha pasado ya lustro y medio. Entré a la asociación de la mano de mi madre y vi a una chica tímida llamada Aída, al corpulento hombre al que creí oír que llamabais “jefe” y a ti, entre todos los que habia. Tardaste poco en servirme un vaso de refresco, porque era el cumpleaños de ya no lo recuerdo. Con esta descripción llego al final. Todavía no sé qué pensarán los ajos. Espero no ofenderles. Es un placer seguir compartiendo tu amistad y lo que venga por delante.
Y los defectos que los refiera otro.

2 comentarios:

Angeles dijo...

ay Dani... como te quiero...!!!!! yo tambien jejejejeje

Daniel Atienza López dijo...

XDDD.